Depresión

jueves, 18 de octubre de 2007

La depresión (del latín depressus, que significa "abatido", "derribado") es un estado de abatimiento e infelicidad, que puede ser transitorio o permanente. En la mayoría de los casos, el paciente describe su estado, y así lo ven los demás, como derribado, socavado en su potencialidad, debilitada su base de sustentación afectiva, desplazado su eje de acción usual, desganado, hipoérgico. Es uno de los más importantes depredadores de la felicidad humana.
También se utiliza comúnmente como sinónimo de triste, apenado, bajoneado (neologismo popular que ilustra la mirada del otro, lo ve 'bajo' —que está en un estado inferior al habitual).

Es importante aclarar la diferencia entre un estado depresivo (definido médicamente como cambio en la homeostasis interna sin causa aparentes), con un estado de tristeza (producido por ejemplo con la muerte de un familiar, pérdida de trabajo,...)
Puede tener muchas causas, desde el estrés hasta la genética; y manifestarse de muchas formas, desde la fatiga a la angustia más atroz. Puede tener graves consecuencias sociales, desde la pérdida de horas laborables a la autosupresión de un individuo. Es uno de los problemas más intrincados con que se enfrenta el hombre.
La lucha se emprende desde todos los frentes: el laboratorio, la clínica, la farmacología, la psicoterapia, etc. También las técnicas terapéuticas abarcan las más diversas modalidades. Pero hay un factor común en todo intento de neutralizar este milenario trastorno afectivo: lo afectivo, desde la cordial firmeza del psicólogo/médico que dirige el tratamiento y la calidez comprensiva del familiar, hasta el simple, pero reconfortante, abrazo fraternal.
Tabla de contenidos
1 Clasificación
1.1 Un tipo de humor
1.2 Un síndrome
1.3 Una enfermedad
2 Historia
2.1 Etimología
3 Recorrido histórico
3.1 En la antigüedad y el medioevo: la acedia
3.2 Edad moderna: química y electricidad
4 ¿Qué es un trastorno depresivo?
5 Tipos de depresión
6 Síntomas de depresión y manía
6.1 Depresión
6.2 Manía
7 Causas de la depresión
7.1 La depresión en la mujer
7.2 Depresión en el hombre
7.3 La depresión en la vejez
7.4 La depresión en la niñez
8 Evaluación diagnóstica y tratamiento
9 Medicamentos
9.1 Efectos secundarios
9.2 Terapia naturista
10 Psicoterapias
11 Cómo pueden los familiares y amigos ayudar a la persona deprimida
12 Dónde obtener ayuda
12.1 National Institute of Mental Health
12.2 National Alliance for the Mentally Ill
12.3 Depression & Bipolar Support Alliance
12.4 National Foundation for Depressive Illness, Inc.
12.5 National Mental Health Association
12.6 Asociación Catalana para el Tratamiento de la Ansiedad y Depresión (ACTAD)
13 Bibliografía
14 Bibliografía
14.1 Versión original en inglés
14.2 Traducción al español
15 Enlaces externos

Clasificación
Técnicamente, puede ser:
un tipo de humor
un síndrome
una enfermedad

Un tipo de humor
En el primer caso lo referimos a la falta de placer y alegría, lo que se conoce también como anhedonia. Falta la resonancia de agrado frente a las cosas que antes la provocaban. Y un predominio de lo displacentero, del pesimismo (donde lo afectivo encuentra un argumento en lo intelectual y lo proyecta al futuro), un disvalor del sentido de la vida, una vivencia de inferioridad en relación a los demás, sobre todo en lo referente a su rendimiento, y la sensación de enfermedad. Además de todo esto, muestra poco interés hacia todo, nada le interesa y se siente insignificante frente a los demás.

Un síndrome
Consideramos un síndrome, cuando al tipo de humor anterior se le agrega:
la hipoergia
el cambio en la interacción personal
el ritmo y la alternancia en los síntomas
La hipoergía, el empobrecimiento energético, la persona lo traduce como aburrimiento, desgano, falta de interés. Es muy característico en la consulta la frase No tengo ganas, como lo más significativo de esta experiencia de pérdida de energía; "ganas" es un significante que involucra al deseo y la voluntad a la vez.
El enlentecimiento del pensar, el menor rendimiento laboral, torpeza en las tareas que se realizaban casi automáticamente: Todo me cuesta un gran esfuerzo Lo que antes hacia con facilidad ahora debo concentrarme, pensar cada paso de la tarea, y aún así mi accionar es lento y desarticulado. Por el mismo fenómeno de la anergia el trabajo intelectual es casi nulo, y lo poco que realiza está contaminado por el estado afectivo. El cansancio fácil, el agotamiento, y la tendencia al reposo (necesito acostarme), la dificultad para levantarse de la cama (a veces una tortura matinal por la lucha entre el deber y no poder, con el consiguiente sentimiento de culpa), son otras manifestaciones de la hipoergia. Tampoco hay voluntad para las distracciones, y actividades gratificantes.
El cambio en la interacción personal modifica los patrones de conducta propios y la recepción de las conductas de los otros: introversión, intolerancia a las reuniones, a los ruidos, a las esperas en los negocios, agrede y se siente agredida; hay hipersensibilidad a todos los hechos dramáticos: no toleran los 'noticieros', los novelones, las noticias sobre muerte o enfermedades, Estoy como en carne viva, por cualquier cosa lloro, lo insignificante me hace sufrir. Esto sorprende, por lo general, a los familiares que tratan de hacerlo razonar; sobre lo desproporcionado de su reacción, con lo que sólo se logra aumentar la certeza de no ser comprendido, ensimismándose aún más. El cuidado personal, la vestimenta, la imagen que se quiere dar a los otros, son descuidados.
El ritmo de los síntomas y la alternancia, son otros elementos a tener en cuenta. Si el malestar es acentuado por las mañanas y mejora hacia la noche. A veces se acentúa hacia la noche o dos o tres horas después de almorzar (muchas veces no almuerzan o hacen una comida frugal, para evitar esta sensación). En este grupo colocamos las alteraciones en el dormir: en conciliar el sueño, el despertarse sistemáticamente a una hora determinada de la madrugada, o muy temprano y después no volver a dormir. Aquí la persona se encuentra sola, en la noche, en el silencio, rumiando una y mil veces su problemática, en un tiempo eterno Algunos esperan la noche con cierto alivio porque pueden desligarse de los malestares por una horas, al menos. También aquí vemos las variaciones en el apetito, en la sexualidad, en la pérdida o aumento de peso. Todos estos síntomas van acompañados, están acentuados o son causados por la ansiedad y la angustia que tiñen todo el síndrome.

Una enfermedad
Como ocurre con frecuencia en psiquiatría, se sabe muy poco de las causas y patología de la depresión, por lo que es difícil determinar cuándo se trata de una enfermedad y cuándo de un síndrome, siendo una mera cuestión de convenio.Es por esto que no estamos hablando de verdadera ciencia, sino de opiniones.
Según sus causas, las depresiones se pueden clasificar:
Depresión sintomática: debida a causas orgánicas (aspecto anatomofisiológico)
Depresión de situación o por agotamiento: debida a una situación —jubilación, mudanza, duelo, etc.— aspecto social.
Depresión neurótica: según la teoría psicoanalítica, debida a una reactualización de conflictos de depresión neurótica.
Depresión endógena: debida a algo que viene del interior', sin motivo aparente.
Depresión enmascarada: depresión sin depresión, (una depresión que juega a las escondidas).
Otras formas de clasificarlas:
según el tono psicomotor: depresión inhibida o depresión agitada
según el supuesto etimológico: depresión reactiva o depresión endógena
según su patogenia: depresión primaria o depresión secundaria
según su psicopatología: depresión neurótica o depresión psicótica
según su forma clínica: depresión unipolar o depresión bipolar

Historia
Es propio del humano padecer los excesos de sus pasiones. A lo largo de la historia constatamos, a través de los escritos, de las obras de arte, las manifestaciones excesivas del odio, de los celos, del miedo, del amor...y de ese displacer interno que llamamos melancolía, pena, tristeza, depresión. La búsqueda del término que nombrara a ese estado del alma tiene su historia y, por puro vicio occidental, comenzaremos con los griegos.
Un aforismo de Hipócrates sintetiza la postura griega y que hoy podemos traducir como: Si el miedo y la tristeza se prolongan, es melancolía. Lo negro, lo agrio, lo pesado, lo triste, encerrado en un término, melancolía (del griego clásico μέλας "negro" y χολή "bilis")
El modelo imperante del pensamiento médico griego, que influyó por más de dos mil años, estaba aferrado a las variaciones hereditarias que afrontaban a las diferentes noxas. Así los individuos estaban constituidos por el equilibrio entre cuatro humores: sangre, bilis amarilla, bilis negra, flema; el fuerte desequilibrio de alguno de ellos era la génesis de la aparición de distintas enfermedades, el leve predominio de un humor; sobre los otros determinaba un temperamento, una manera de ser. Para los griegos cuatro eran las esencias: tierra, aire, fuego, agua; cuatro los puntos cardinales; cuatro las estaciones, cuatro eran las edades del hombre, infancia, juventud, madurez, vejez; a qué escapar de esa armonía, cuatro eran los temperamentos: sanguíneo, colérico, melancólico, flemático. El temperamento es una predisposición que se manifiesta ante la impresión producida por una idea, un recuerdo, un acontecimiento exterior; es una manera repetitiva de reaccionar. Así el colérico (de col: bilis) se excita fácil e intensamente, reacciona de inmediato, son rencorosos y apasionados; hombres de acción. El melancólico, si bien sensible, es poco reactivo, pero de guardar por mucho tiempo sus impresiones, pesimista, pasivo.

Etimología
Los griegos explicaban todas las enfermedades y los cambios de "humor" (triste, alegre...) a partir de la infuencia de cuatro líquidos corporales que ellos llamaban "humores": la sangre, la linfa, la bilis negra y la bilis amarilla. Según esta teoría, si una persona se comportaba de una manera que ahora llamaríamos hiperactiva, la causa era un exceso de sangre, y la causa de un exceso de tristeza sería tener demasiada bilis negra. Por lo tanto para decir que alguien estaba triste decían "tiene bilis negra". bilis negra en griego se decía entonces "melancolía". En griego moderno la pronunciación es "melanjolía".
Los griegos escribían la palabra con estas letras:
μελαγχολιke (melancólicos)
μελαγχολια (melancholia)
μελαγ: (melán, negro)
χολη(jole, col, hiel, bilis)
Los romanos tenían en latín su propia manera de llamar a la bilis negra, atra bilis (bilis oscura), de la cual se deriva la palabra española "atrabiliario", que significa malhumorado. Pero prefirieron usar la palabra griega μελαγχολια es decir melancholía, porque les sonaba más técnica.
Mariano Arnal rescata este concepto: Hipócrates explicaba la salud y la enfermedad por la acción equilibrada o desequilibrada de los humores en el cuerpo. La crasis era el equilibrio entre los cuatro humores básicos (sangre, flema, bilis y atrabilis -humor negro o melancolía-); y se llamaba crisis a la expulsión de los humores mediante el sudor, los vómitos, la expectoración, la orina, las deyecciones. En el proceso de la enfermedad los médicos tenían estudiado cuál era el momento crítico, es decir aquel en el que se debía producir la expulsión de los malos humores. Quede constancia que las expresiones crisis y estado o momento crítico están sacadas de la antigua medicina de los humores.
Stanley Jackson anota que en el Renacimiento, al rescatar los textos de Aristóteles también reflotaron el criterio expresado en el legendario Problema por el cual el estagirita observa que la gran mayoría de hombres de genio son melancólicos, lo cual da un toque de distinción a este temperamento y lo separa de la enfermedad llamada melancolía: ¿Por qué todos aquellos que han sido eminentes en la filosofía, en la política, la poseía o las artes son claramente temperamentos melancólicos, y algunos de ellos hasta tal punto que llegaron a padecer enfermedades producidas por la bilis negra? Por ese entonces ya el término había ampliado mucho su base y, así, se lo usaba para nombrar cualquier estado de tristeza, aflicción, desesperación o un carácter sombrío.
La palabra depresión deriva del latín de y premere (apretar, oprimir) y deprimere (empujar hacia abajo), se usó en Inglaterra en el siglo XVII. Así Richard Blackmore, en 1725, habla de estar deprimido en profunda tristeza y melancolía. Robert Whytt, 1764, relaciona depresión mental con espíritu bajo, hipocondría y melancolía. En 1808 J. Haslam habla de aquellos que están bajo la influencia de pasiones depresivas. Para ese entonces el término depresión gana terreno y se usa junto al de melancolía para designar a la enfermedad, mientras melancolía siguió conservando su uso popular y literario.
Wilhem Griesinger introdujo el término estados de depresión mental como sinónimo de melancolía. Y Emil Kraepelin usa locura depresiva en una de sus clasificaciones nosológicas, sin desprenderse del término melancolía para signar la enfermedad, y deja depresión para nominar un estado de ánimo, y consideraba que las melancolías eran formas de depresión mental, expresión que le pertenece. Pero en 1899 usó como categoría diagnóstica a locura maniaco depresiva. Adolf Meyer propuso eliminar totalmente el término melancolía y reemplazarlo por el de depresión. Así, en esta puja semántica se llegó a la redundancia de nominar depresión con melancolía cuando los síntomas eran suficientemente graves como para nominarlos simplemente como depresión. El término ciclotimia fue usado por Kahlbaum en 1863 para designar las variaciones de las fases depresiva y maníaca, remedando los ciclos.
En tiempos antiguos se consideraba que reaccionar con un exceso de tristeza era una reacción normal a una desgracia, y que sólo si esta reacción de tristeza se prolongaba de manera desproporcionada a la causa se podía sospechar que se trataba de una enfermedad, digna de la atención de un médico. En el siglo XX la práctica de la medicina tendió cada vez más que a considerar cualquier trastorno del humor que disminuya el rendimiento en el trabajo, independientemente de que su causa sea o no conocida, como una enfermedad, digna de atención médica y de tratamientos de farmacoterapia y psicoterapia.

Recorrido histórico
Las narraciones sobre la melancolía y sus síntomas están en casi todos los registros literarios y médicos de la humanidad.
La Biblia cuenta el fin del rey Antioco Epifanes (Macabeos 1ª, 6), su tristeza y sus palabras después de una derrota militar: Huye el sueño de mis ojos y mi corazón desfallece de ansiedad.
Al parecer, según las narraciones de los conquistadores españoles recopiladas por Elferink, la depresión era la enfermedad mental más frecuente entre los Incas, quienes tenían un afianzado conocimiento de las plantas medicinales y de los minerales a usar contra la enfermedad, así como los ritos mágicos y religiosos para combatirla: El español Poma describe así a la esposa del tercer gobernante Inca: La tercera Coya fue miserable, avarienta y mujer desdichada, y no comía casi nada y bebía mucha chicha y de cosas insignificantes lloraba, y de puro mísera no estaba bien con sus vasallos; era triste de corazón.
Areteo de Capadocia, siglo I, escribe: La melancolía es una alteración apirética del ánimo que está siempre frío y adherido a un mismo pensamiento, inclinado a la tristeza y a la pesadumbre.
Galeno, siglo II, anota: Normalmente se ven acosados por el miedo aunque no siempre se presentan el mismo tipo de imágenes sensoriales anormales. Aunque cada paciente melancólico actúa bastante diferente que los demás, todos ellos muestran miedo o desesperación. Creen que la vida es mala y odian a los demás, aunque no todos quieren morirse. Para algunos, el miedo a la muerte es la preocupación fundamental durante la melancolía. Otros, bastante extrañamente, temen la muerte a la vez que la desean.
También Hipócrates parece tener razón al haber relacionado los síntomas propios de los melancólicos con los dos principales: el temor y la tristeza. Es como consecuencia de esta tristeza que los melancólicos odian todo lo que ven y parecen continuamente apenados y llenos de miedo, como los niños y los hombres ignorantes que tiemblan en una oscuridad profunda.
El árabe Isaq ibn Imran, siglo X, Bagdad describe: En la melancolía hay un cierto sentimiento de aflicción y aislamiento que se forma en el alma debido a algo que el paciente cree que es real pero que es irreal. Además de todos estos síntomas psíquicos, hay otros somáticos como la pérdida de peso y sueño... La melancolía puede tener causas puramente psíquicas, miedo, aburrimiento o ira, de manera que la pérdida de un ser querido o de una biblioteca insustituible pueden producir tristeza y aflicción tales que tengan como resultado a la melancolía.
Constantino, el Africano, siglo XI, planteaba: La melancolía perturba el espíritu más que otras enfermedades del cuerpo. Una de sus clases llamada hipocondríaca, está ubicada en la boca del estómago; la otra está en lo íntimo del cerebro. Los accidentes que a partir de ella suceden al alma, parecer ser el temor y la tristeza. Ambos son pésimos porque confunden al alma. En efecto, la definición de la tristeza es la pérdida de lo muy intensamente amado… Cuando los efluvios de la bilis negra suben al cerebro y al lugar de la mente, oscurecen su luz, la perturban y sumergen, impidiéndole que comprenda lo que solía comprender, y que es menester que comprenda. A partir de lo cual la desconfianza se vuelve tan mala que se imagina lo que no debe ser imaginado y hace temer al corazón cosas temibles. Todo el cuerpo es afectado por estas pasiones, pues necesariamente el cuerpo sigue al alma (El cuerpo sigue al alma en sus acciones y el alma sigue al cuerpo en sus accidentes). Por consiguiente se padece vigilia, malicia, demacración, alteración de las virtudes naturales, que no se comportan según lo que solían, mientras estaban sanas.

En la antigüedad y el medioevo: la acedia
Aldous Huxley, entre literario y descriptivo bordea el tema de esta manera: Los cenobitas de la Tebaida se hallaban sometidos a los asaltos de muchos demonios. La mayor parte de esos espíritus malignos aparecía furtivamente a la llegada de la noche. Pero había uno, un enemigo de mortal sutileza, que se paseaba sin temor a la luz del día. Los santos del desierto lo llamaban daemon meridianus, pues su hora favorita de visita era bajo el sol ardiente. Yacía a la espera de que aquellos monjes que se hastiaran de trabajar bajo el calor opresivo, aprovechando un momento de flaqueza para forzar la entrada a sus corazones. Y una vez instalado dentro, ¡qué estragos cometía!, pues de repente a la pobre víctima el día le resultaba intolerablemente largo y la vida desoladoramente vacía. Iba a la puerta de su celda, miraba el sol en lo alto y se preguntaba si un nuevo Josué había detenido el astro a la mitad de su curso celeste. Regresaba entonces a la sombra y se preguntaba por qué razón él estaba metido en una celda y si la existencia tenía algún sentido. Volvía entonces a mirar el sol, hallándolo indiscutiblemente estacionario, mientras que la hora de la merienda común se le antojaba más remota que nunca. Volvía entonces a sus meditaciones para hundirse, entre el disgusto y la fatiga, en las negras profundidades de la desesperación y el consternado descreimiento. Cuando tal cosa ocurría el demonio sonreía y podía marcharse ya, a sabiendas de que había logrado una buena faena mañanera.
A lo largo de la Edad Media este demonio fue conocido con el nombre de acedia. Aunque los monjes seguían siendo sus víctimas predilectas, realizaba también buen número de conquistas entre los laicos. Junto con la gastrimargia, la fornicatio, la philargyria, la tristitia, la cenodoxia, la ira y la superbia, la acedia o taedium cordis era considerada como uno de los ocho vicios capitales que subyugan al hombre. Algunos desacertados psicólogos del mal suelen hablar de la acedia como si fuera la llana pereza. Mas la pereza es tan sólo una de las numerosas manifestaciones del vicio sutil y complicado que es la acedia.
Al hablar de ella en el Cuento del clérigo, Chaucer hace una descripción muy precisa de este catastrófico vicio del espíritu. La acedia, nos dice, hace al hombre aletargado, pensativo y grave. Paraliza la voluntad humana, retarda y pone inerte» al hombre cuando intenta actuar. De la acedia proceden el horror a comenzar cualquier acción de utilidad, y finalmente el desaliento o la desesperación. En su ruta hacia la desesperanza extrema, la acedia genera toda una cosecha de pecados menores, como la ociosidad, la morosidad, la lâchesse1, la frialdad, la falta de devoción y «el pecado de la aflicción mundana, llamado tristitia, que mata al hombre, como dice San Pablo». Los que han pecado por acedia encuentran su morada eterna en el quinto círculo del Infierno. Allí se les sumerge en la misma ciénaga negra con los coléricos, y sus lamentos y voces burbujean en la superficie.
San Isidoro de Sevilla indica cuatro derivadas de la tristeza: el rencor, la pusilanimidad, la amargura, la desesperación; y seis de la acidia propiamente dicha: la ociosidad, la somnolencia, la indiscreción de la mente, el desasosiego del cuerpo, la inestabilidad, la verbosidad, la curiosidad.
Evagrio Póntico, según M. Fuentes, describía al acedioso diciendo El monje acedioso es rápido en terminar su oficio y considera un precepto su propia satisfacción; la planta débil es doblada por una leve brisa e imaginar la salida distrae al acedioso. Un árbol bien plantado no es sacudido por la violencia de los vientos y la acedia no doblega al alma bien apuntalada. El monje giróvago, como seca brizna de la soledad, está poco tranquilo, y sin quererlo, es suspendido acá y allá cada cierto tiempo. Un árbol trasplantado no fructifica y el monje vagabundo no da fruto de virtud. El enfermo no se satisface con un solo alimento y el monje acedioso no lo es de una sola ocupación. No basta una sola mujer para satisfacer al voluptuoso y no basta una sola celda para el acedioso. El ojo del acedioso se fija en las ventanas continuamente y su mente imagina que llegan visitas: la puerta gira y éste salta fuera, escucha una voz y se asoma por la ventana y no se aleja de allí hasta que, sentado, se entumece. Cuando lee, el acedioso bosteza mucho, se deja llevar fácilmente por el sueño, se refriega los ojos, se estira y, quitando la mirada del libro, la fija en la pared y, vuelto de nuevo a leer un poco, repitiendo el final de la palabra se fatiga inútilmente, cuenta las páginas, calcula los párrafos, desprecia las letras y los ornamentos y finalmente, cerrando el libro, lo pone debajo de la cabeza y cae en un sueño no muy profundo, y luego, poco después, el hambre le despierta el alma con sus preocupaciones. El monje acedioso es flojo para la oración y ciertamente jamás pronunciará las palabras de la oración; como efectivamente el enfermo jamás llega a cargar un peso excesivo así también el acedioso seguramente no se ocupará con diligencia de los deberes hacia Dios: a uno le falta, efectivamente, la fuerza física, el otro extraña el vigor del alma. La paciencia, el hacer todo con mucha constancia y el temor de Dios curan la acedia. Dispón para ti mismo una justa medida en cada actividad y no desistas antes de haberla concluido, y reza prudentemente y con fuerza y el espíritu de la acedia huirá de ti.

Edad moderna: química y electricidad
Uno de los más conocidos estudiosos modernos de la melancolía fue Robert Burton (1577-1640), quien dedicó casi toda una vida a redactar su Anatomía de la Melancolía (publicada en 1621), en la que resume todos los conocimientos habidos hasta esa fecha sobre el tema. En sus tres tomos se ofrece una concepción multifactorial de la depresión, según la cual la enfermedad no tiene una única causa, sino que puede tener varias: desde el amor a la religión, pasando por la política o el simple aburrimiento. Y si varias pueden ser las causas, varios pueden ser los remedios, que van desde la música a la compañía.
Thomas Willis (1621-1675) desdeña la teoría de los humores como etiología de la melancolía y, siguiendo los conocimientos de su época, atribuye a las alteraciones químicas producidas en el cerebro y el corazón las causas de esta enfermedad. Menciona cuatro tipos de melancolías, de acuerdo a su origen:
por desorden inicial del cerebro.
derivada de los hipocondrios (bazo).
la que comprende todo el cuerpo.
originada en el útero.
No debemos ignorar la importancia del la confirmación hecha por William Harvey (1578-1657) de las ideas adelantadas de Miguel Servet, acerca de la circulación de la sangre. Esto introdujo una revolución en el pensamiento médico, junto a las teorías corpusculares y los principios hidrodinámicos, generando una serie de teorías mecanicistas y bioquímicas sobre la génesis de las enfermedades y, como suele ocurrir, cada vez que se realiza un descubrimiento particular, se lo extrapola expandiéndolo a la generalidad.
A. Pitcairn al inicio del siglo XVIII explicaba que el desorden de la hidrodinámica de la sangre afectaba el flujo de los espíritus animales (Descartes) de los nervios produciendo pensamientos desordenados y delirios en la melancolía. Hacía la mitad del mismo siglo, los experimentos con la electricidad, generaron otras ideas sobre la fisiología desplazando las tendencias mecanicistas, para dar lugar a los conceptos de sensibilidad e irritabilidad, atracción, repulsión y transmisión. Así, Newton en su Principia (1713) decía: ... y los miembros de los cuerpos animales se mueven por orden de la voluntad, es decir, por las vibraciones de este fluido [el éter], propagado a lo largo de los filamentos sólidos de los nervios, desde los órganos exteriores de los sentidos al cerebro, y del cerebro a los músculos.
William Cullen (1710-1790), asoció el concepto de carga y descarga en los cuerpos sometidos a electricidad y lo aplicó al cerebro en el sentido de mayor o menor energía (excitación y agotamiento) cerebral. Y se relacionó a la melancolía con un estado de menor energía cerebral. Lo que hoy llamamos hipoergia o, más radicalmente, anergia.
Si bien las teorías etiopatogénicas sobre la depresión continúan girando en espiral a lo largo de la historia pasando de la magia a lo religioso, de la química a la mecánica, del animismo a lo orgánico, del humor a la electricidad, de lo ambiental a lo genético, de lo espiritual a lo vital, de los espíritu animal a los neurotransmisores, el cuadro clínico, lo descriptivo, permanece estable: Si el miedo y la tristeza se prolongan, es melancolía.

¿Qué es un trastorno depresivo?
El trastorno depresivo es una enfermedad que afecta el organismo (cerebro), el ánimo, y la manera de pensar. Afecta la forma en que una persona come y duerme. Afecta cómo uno se valora a sí mismo (autoestima) y la forma en que uno piensa. Un trastorno depresivo no es lo mismo que un estado pasajero de tristeza. No indica debilidad personal. No es una condición de la cual uno puede liberarse a voluntad. Las personas que padecen de un trastorno depresivo no pueden decir simplemente "ya basta, me voy a poner bien". Sin tratamiento, los síntomas pueden durar semanas, meses e incluso años. Sin embargo, la mayoría de las personas que padecen de depresión puede mejorar con un tratamiento adecuado.

Tipos de depresión
Al igual que en otras enfermedades, por ejemplo las enfermedades del corazón, existen varios tipos de trastornos depresivos. A continuación se describen brevemente los tres tipos más comunes: depresión severa, la distimia y el trastorno bipolar. En cada uno de estos tres tipos de depresión, el número, la gravedad y la persistencia de los síntomas varían.
La depresión severa se manifiesta por una combinación de síntomas (vea la lista de síntomas) que interfieren con la capacidad para trabajar, estudiar, dormir, comer y disfrutar de actividades que antes eran placenteras. Un episodio de depresión muy incapacitante puede ocurrir sólo una vez en la vida, pero por lo general ocurre varias veces en el curso de la vida. La distimia, un tipo de depresión menos grave, incluye síntomas crónicos (a largo plazo) que no incapacitan tanto, pero interfieren con el funcionamiento y el bienestar de la persona. Muchas personas con distimia también pueden padecer de episodios depresivos severos en algún momento de su vida.
Otro tipo de depresión es el trastorno bipolar, llamado también enfermedad maníaco-depresiva. Éste no es tan frecuente como los otros trastornos depresivos. El trastorno bipolar se caracteriza por cambios cíclicos en el estado de ánimo: fases de ánimo elevado o eufórico (manía) y fases de ánimo bajo (depresión). Los cambios de estado de ánimo pueden ser dramáticos y rápidos, pero más a menudo son graduales. Cuando una persona está en la fase depresiva del ciclo, puede padecer de uno, de varios o de todos los síntomas del trastorno depresivo. Cuando está en la fase maníaca, la persona puede estar hiperactiva, hablar excesivamente y tener una gran cantidad de energía. La manía a menudo afecta la manera de pensar, el juicio y la manera de comportarse con relación a los otros. Puede llevar a que el paciente se meta en graves problemas y situaciones embarazosas. Por ejemplo, en la fase maníaca la persona puede sentirse feliz o eufórica, tener proyectos grandiosos, tomar decisiones de negocios descabelladas, e involucrarse en aventuras o fantasías románticas. Si la manía se deja sin tratar puede empeorar y convertirse en un estado sicótico (el paciente pierde temporalmente la razón). Algunas de las características de los pacientes con trastorno bipolar: son personas con dificultad para distinguir entre la izquierda y la derecha, que tienen capacidad para mantenerse despiertos durante largo tiempo y, debido a su energía extra y predisposición, tienden a pensar que son superiores a los demás, entre otras.

Síntomas de depresión y manía
No todas las personas que están en fases depresivas o maníacas padecen de todos los síntomas. Algunas padecen de unos pocos síntomas, otras tienen muchos. La gravedad de los síntomas varía según la persona y también puede variar con el tiempo.

Depresión
Estado de ánimo triste, ansioso o "vacío" en forma persistente.
Sentimientos de desesperanza y pesimismo.
Sentimientos de culpa, inutilidad y desamparo.
Pérdida de interés o placer en pasatiempos y actividades que antes se disfrutaban, incluyendo la actividad sexual.
Disminución de energía, fatiga, agotamiento, sensación de estar "en cámara lenta."
Dificultad para concentrarse, recordar y tomar decisiones.
Insomnio, despertarse más temprano o dormir más de la cuenta.
Pérdida de peso, apetito o ambos, o por el contrario comer más de la cuenta y aumento de peso.
Pensamientos de muerte o suicidio; intentos de suicidio.
Inquietud, irritabilidad.
Síntomas físicos persistentes que no responden al tratamiento médico, como dolores de cabeza, trastornos digestivos, ritmo cardiaco, sensación de perdida de control de algunas partes del cuerpo y otros dolores crónicos.
Sensación de estar en un "hoyo" o un "callejón sin salida".

Manía
Euforia anormal o excesiva.
Irritabilidad inusual.
Disminución de la necesidad de dormir.
Ideas de grandeza.
Conversación excesiva.
Pensamientos acelerados.
Aumento del deseo sexual.
Energía excesivamente incrementada.
Falta de juicio.
Comportarse en forma inapropiada en situaciones sociales.

Causas de la depresión
Algunos tipos de depresión tienden a afectar miembros de la misma familia, lo cual sugeriría que se puede heredar una predisposición biológica. Esto parece darse en el caso del trastorno bipolar. Los estudios de familias con miembros que padecen del trastorno bipolar en cada generación, han encontrado que aquellos que se enferman tienen una constitución genética algo diferente de quienes no se enferman. Sin embargo, no todos los que tienen la predisposición genética para el trastorno bipolar lo padecen. Al parecer, hay otros factores adicionales que contribuyen a que se desencadene la enfermedad: posiblemente tensiones en la vida, problemas de familia, trabajo o estudio.
En algunas familias la depresión severa se presenta generación tras generación. Sin embargo, la depresión severa también puede afectar a personas que no tienen una historia familiar de depresión. Sea hereditario o no, el trastorno depresivo severo está a menudo asociado con cambios en las estructuras o funciones cerebrales.
Las personas con poca autoestima se perciben a sí mismas y perciben al mundo en forma pesimista. Las personas con poca autoestima y que se abruman fácilmente por el estrés están predispuestas a la depresión. No se sabe con certeza si esto representa una predisposición psicológica o una etapa temprana de la enfermedad.
En los últimos años, la investigación científica ha demostrado que algunas enfermedades físicas pueden acarrear problemas mentales. Enfermedades tales como los accidentes cerebro-vasculares, los ataques del corazón, el cáncer, la enfermedad de Parkinson y los trastornos hormonales, pueden llevar a una enfermedad depresiva. La persona enferma y deprimida se siente apática y sin deseos de atender a sus propias necesidades físicas, lo cual prolonga el periodo de recuperación. La pérdida de un ser querido, los problemas en una relación personal, los problemas económicos, o cualquier situación estresante en la vida (situaciones deseadas o no deseadas) también pueden precipitar un episodio depresivo. Las causas de los trastornos depresivos generalmente incluyen una combinación de factores genéticos, psicológicos y ambientales. Después del episodio inicial, otros episodios depresivos casi siempre son desencadenados por un estrés leve, e incluso pueden ocurrir sin que haya una situación de estrés.

La depresión en la mujer
La depresión se da en la mujer con una frecuencia casi el doble de la del hombre. Factores hormonales podrían contribuir a la tasa más alta de depresión en la mujer. En particular, los cambios del ciclo menstrual, el embarazo, el aborto, el periodo de posparto, la premenopausia y la menopausia. Muchas mujeres tienen más estrés por las responsabilidades del cuidado de niños, el mantenimiento del hogar y un empleo. Algunas mujeres tienen una mayor carga de responsabilidad por ser madres solteras o por asumir el cuidado de padres ancianos.
Un estudio reciente del Instituto Nacional de Salud Mental (NIMH por su sigla en inglés) demostró que las mujeres predispuestas a padecer del síndrome premenstrual (SPM) severo se alivian de sus síntomas físicos y anímicos (por ejemplo depresión) cuando se les suprimen sus hormonas sexuales con una medicación. Si se deja de dar dicha medicación, las hormonas se reactivan y al poco tiempo los síntomas vuelven. Por otro lado, a las mujeres sin SPM, la supresión temporal de las hormonas no les produce ningún efecto.
Muchas mujeres tienen un riesgo alto de deprimirse después del nacimiento de un bebé. En que el nene algunas mujeres los cambios hormonales y físicos, así como la responsabilidad de una nueva vida, pueden llevar a una depresión de posparto. Aunque las madres nuevas comúnmente tienen periodos pasajeros de tristeza, un episodio depresivo severo no es normal y requiere tratamiento. El tratamiento por un médico sensible, y el apoyo emocional de la familia son de importancia vital para que la nueva madre recupere su bienestar físico y mental. El tratamiento devuelve la capacidad para cuidar y disfrutar el niño.
Para más información vea depresión en la mujer.

Depresión en el hombre
Aunque el hombre tiene menos probabilidad de sufrir depresiones que la mujer, de tres a cuatro millones de hombres en los Estados Unidos son afectados. El hombre tiende a ser más reacio para admitir que tiene depresión. Por lo tanto, el diagnóstico de depresión puede ser más difícil de hacer. El hombre es diagnosticado menos que la mujer. La tasa de suicidio en el hombre es cuatro veces más alta que en la mujer. Sin embargo, los intentos de suicidio son más comunes en la mujer que en el hombre. A partir de los 70 años de edad, la tasa de suicidio en el hombre aumenta, alcanzando el nivel máximo después de los 85 años.
La depresión también puede afectar la salud física del hombre, aunque en una forma diferente a la de la mujer. Un estudio reciente indicó que la depresión se asocia con un riesgo elevado de enfermedad coronaria (infartos de corazón) en ambos sexos. Sin embargo, sólo el hombre tiene una tasa alta de muerte debida a una enfermedad coronaria que se da junto con un trastorno depresivo.
Las drogas (inclusive el alcohol) enmascaran la depresión en el hombre más comúnmente que en la mujer. Igualmente, el hábito socialmente aceptable de trabajar en exceso, puede enmascarar una depresión. En el hombre, no es raro que la depresión se manifieste con irritabilidad, ira y desaliento, en lugar de sentimientos de desesperanza o desamparo. Por lo tanto, puede ser difícil de reconocer. Incluso cuando el hombre se da cuenta de que está deprimido, comparado con la mujer, tiende menos a buscar ayuda. El apoyo familiar generalmente es una ayuda importante. Algunas compañías ofrecen programas de salud mental para sus empleados. Estos pueden ser de gran ayuda para el hombre. Es importante que el hombre deprimido entienda y acepte la idea que la depresión es una enfermedad real que requiere tratamiento.

La depresión en la vejez
Es erróneo creer que es normal que los ancianos se depriman. Por el contrario, la mayoría de las personas de edad se sienten satisfechas con sus vidas. Cuando un anciano se deprime, a veces su depresión se considera erróneamente un aspecto normal de la vejez. La depresión en los ancianos, si no se diagnostica ni se trata, causa un sufrimiento innecesario para el anciano y para su familia. Con un tratamiento adecuado, el anciano tendría una vida placentera. Cuando la persona de edad va al médico, puede solo describir síntomas físicos. Esto pasa por que el anciano puede ser reacio a hablar de su desesperanza y tristeza. La persona mayor puede no querer hablar de su falta de interés en las actividades normalmente placenteras, o de su pena después de la muerte de un ser querido, incluso cuando el duelo se prolonga por mucho tiempo.
Las depresiones subyacentes en los ancianos son cada vez más identificadas y tratadas por los profesionales de salud mental. Los profesionales van reconociendo que los síntomas depresivos en los ancianos se pueden pasar por alto fácilmente. También los profesionales detectan mejor los síntomas depresivos que se deben a efectos secundarios de medicamentos que el anciano está tomando, o debidos a una enfermedad física concomitante. Si se hace el diagnóstico de depresión, el tratamiento con medicamentos o psicoterapia ayuda a que la persona deprimida recupere su capacidad para tener una vida feliz y satisfactoria. La investigación científica reciente indica que la psicoterapia breve (terapia a través de pláticas que ayudan a la persona en sus relaciones cotidianas, y ayudan a aprender a combatir los pensamientos distorsionados negativamente que generalmente acompañan a la depresión), es efectiva para reducir a corto plazo los síntomas de la depresión en personas mayores. La psicoterapia también es útil cuando los pacientes ancianos no pueden o no quieren tomar medicamentos. Estudios de la eficacia de la psicoterapia demuestran que la depresión en la vejez puede tratarse eficazmente con psicoterapia.
El mejor reconocimiento y tratamiento de la depresión en la vejez hará que este periodo de la vida sea más placentero para el anciano deprimido, para su familia y para quienes le cuidan.

La depresión en la niñez
La depresión en la niñez se empezó a reconocer solo hace dos décadas. El niño deprimido puede simular estar enfermo, rehusar a ir a la escuela, no querer separase de los padres o tener miedo a que uno de los padres se muera. El niño más grande puede ponerse de mal humor, meterse en problemas en el colegio, comportarse como un niño travieso o indisciplinado, estar malhumorado o sentirse incomprendido. Dado que los comportamientos normales varían de una etapa de la niñez a la otra, es a veces difícil establecer si un niño está simplemente pasando por una fase de su desarrollo o si está verdaderamente padeciendo de depresión. A veces el niño tiene un cambio de comportamiento marcado que preocupa a los padres, o el maestro menciona que el "niño no parece ser él mismo". En tal caso, después de descartar problemas físicos, el pediatra puede sugerir que el niño sea evaluado, preferiblemente por un psiquiatra especializado en niños. De ser necesario un tratamiento, el médico puede sugerir psicoterapia, generalmente hecha por otro profesional, como un trabajador social o un psicólogo, mientras él receta medicamentos si son necesarios. Los padres no deben tener miedo de hacer preguntas: ¿Está capacitado el profesional que va a llevar a cabo la psicoterapia? ¿Qué tipo de psicoterapia recibirá el niño? ¿La familia deberá participar en la terapia? ¿Será el niño tratado con antidepresivos? De ser así, ¿cuáles podrían ser los efectos secundarios?
El Instituto Nacional de Salud Mental (NIMH) ha identificado el uso de medicamentos para la depresión en niños como un área importante de investigación. Las Unidades de Investigación en Psicofarmacología Pediátrica (Research Units on Pediatric Psychopharmacology, RUPP), respaldadas y financiadas por el NIMH, conforman una red de siete centros de investigación donde se llevan a cabo estudios clínicos. Estos investigan la eficacia de medicamentos usados para tratar varios trastornos mentales en niños y adolescentes. Entre los medicamentos en estudio, se cuentan algunos antidepresivos que han demostrado ser efectivos en el tratamiento de niños con depresión, cuando el médico los receta y supervisa correctamente.

Evaluación diagnóstica y tratamiento
El primer paso para recibir un tratamiento adecuado para la depresión consiste en un examen médico. Ciertos medicamentos, así como algunas enfermedades, por ejemplo infecciones vitales, pueden producir los mismos síntomas que la depresión. El médico debe descartar esas posibilidades por medio de un examen físico, entrevista del paciente y análisis de laboratorio. Si causas físicas son descartadas, el médico debe realizar una evaluación psicológica o dirigir al paciente a un psiquiatra o psicólogo.
Una buena evaluación diagnóstica debe incluir una historia médica completa. ¿Cuándo comenzaron los síntomas, cuánto han durado, qué tan serios son? Si el paciente los ha tenido antes, el médico debe averiguar si los síntomas fueron tratados y qué tratamiento se dio. El médico también debe preguntar acerca del uso de alcohol y drogas, y si el paciente tiene pensamientos de muerte o suicidio. Además, la entrevista debe incluir preguntas sobre otros miembros de la familia. ¿Algún pariente ha tenido depresión y si fue tratado, qué tratamientos recibió y qué tratamientos fueron efectivos?
Por último, una evaluación diagnóstica debe incluir un examen del estado mental para determinar si los patrones de habla, pensamiento o memoria se han afectado, como pasa algunas veces en el caso de enfermedad depresiva o maníaco-depresiva.
La selección del tratamiento dependerá del resultado de la evaluación. Existe una gran variedad de medicamentos antidepresivos y psicoterapias que se pueden utilizar para tratar los trastornos depresivos. La psicoterapia sola es efectiva en algunas personas con formas más leves de depresión. Las personas con depresión moderada o severa más a menudo mejoran con antidepresivos. La mayoría obtienen un resultado óptimo con un tratamiento combinado de medicamentos para obtener un alivio relativamente rápido de los síntomas y psicoterapia para aprender a enfrentar mejor los problemas de la vida, incluyendo la depresión. El psiquiatra puede recetar medicamentos y una de las diversas formas de psicoterapia que han mostrado ser efectivas para la depresión, o ambos, dependiendo del diagnóstico del paciente y de la seriedad de los síntomas.
La terapia electro-convulsiva (TEC o "Electro-shock", ver w:en:Electroconvulsive therapy) se realiza en pacientes cuya depresión es severa, en depresiones melancólicas o en estados depresivos que pongan su vida en peligro y para los pacientes que no pueden tomar antidepresivos. La TEC es a menudo efectiva en casos en que los medicamentos antidepresivos no proporcionan un alivio suficiente. En los últimos años la TEC se ha perfeccionado mucho. Antes de administrar el tratamiento, que se hace bajo anestesia de duración breve, se administra un relajante muscular. Se colocan electrodos en sitios precisos de la cabeza, para enviar impulsos eléctricos. La estimulación ocasiona una convulsión breve (aproximadamente 30 segundos) dentro del cerebro. La persona que recibe TEC no percibe conscientemente el estímulo eléctrico. Para obtener el máximo beneficio terapéutico se requieren varias sesiones de TEC, usualmente programadas con un promedio de tres por semana.

Medicamentos
Hay varios tipos de medicamentos antidepresivos utilizados para tratar trastornos depresivos. No se ha demostrado que solucionen el problema, sino que más bien lo ocultan, al igual que las drogas convencionales (hachís, heroína, cocaína, etc. Estos incluyen los "inhibidores selectivos de la recaptación de serotonina"(ISRS) que son medicamentos nuevos citalopram (Citalvir, Estabel, Genprol, Prisdal, Relapaz, Seropram, Somac) , los tricíclicos y los "inhibidores de la monoaminoxidasa" (IMAO). Los ISRS y otros medicamentos aún más nuevos que afectan los neurotransmisores como la dopamina o la noradrenalina, generalmente tienen menos efectos secundarios que los tricíclicos. Algunas veces el médico prueba una variedad de antidepresivos antes de encontrarse el medicamento o combinación de medicamentos más efectiva. Generalmente la dosis se debe ir aumentando hasta que la medicación es efectiva. Por lo general, el efecto terapéutico completo de los medicamentos antidepresivos no se observa inmediatamente. Hay que tomarlo en dosis adecuadas por 3 ó 4 semanas, y en algunos casos lleva hasta 8 semanas, para que se produzca el efecto completo. Sin embargo a veces se empiezan a ver mejorías en las primeras semanas.
Es posible que el paciente se sienta tentado a dejar de tomar el medicamento prematuramente. Él puede sentirse mejor y pensar que ya no lo necesita. O puede pensar que el medicamento no le está ayudando en absoluto. Es importante seguir tomando el medicamento hasta que éste tenga oportunidad de actuar en el organismo. Algunos efectos secundarios (vea la sección Efectos Secundarios, página 13) pueden aparecer incluso antes de que se produzca el efecto antidepresivo. Una vez que el paciente se sienta mejor, es importante continuar el medicamento por 4 a 9 meses para prevenir una recaída de la depresión. Algunos medicamentos deben dejar de tomarse gradualmente (es decir reduciendo la dosis poco a poco) para dar tiempo a que el organismo se adapte y para prevenir síntomas de abstinencia, los que se producen cuando algunos medicamentos se descontinúan abruptamente. En los casos de trastorno bipolar y depresión severa crónica o recurrente, es posible que el paciente tenga que tomar el medicamento por un tiempo indefinido.
Al contrario de lo que algunas personas creen, los medicamentos antidepresivos no crean hábito. Sin embargo, como sucede con cualquier tipo de medicamento recetado por periodos prolongados, los antidepresivos deben ser supervisados cuidadosamente por el médico para determinar si se están dando en una dosis correcta. El médico debe verificar la dosificación y la efectividad del tratamiento en forma periódica.
Hay un pequeño grupo de personas que no responden a los antidepresivos usados más comúnmente (tricíclicos, ISRS y otros antidepresivos nuevos) y para las cuales los IMAO son el mejor tratamiento. Las personas que están tomando esta clase de antidepresivos debe evitar determinados alimentos. Ciertos alimentos contienen niveles elevados de la sustancia llamada tiramina (la que normalmente se encuentra en quesos fermentados, vinos y encurtidos o alimentos en conserva de vinagre). Cuando el paciente toma un IMAO, estos alimentos deben ser estrictamente evitados, al igual que algunos medicamentos como los descongestionantes que se toman para los resfríos y algunas alergias. La interacción de la tiramina con los IMAO puede ocasionar una crisis hipertensiva (subida brusca y extrema de la presión arterial) que puede llevar a la ruptura de una arteria en el cerebro, es decir un accidente cerebro-vascular (ACV). El médico debe proporcionar al paciente una lista completa de los alimentos prohibidos. El paciente debe llevar la lista consigo en todo momento. Las otras clases de antidepresivos (tricíclicos, ISRS y otros antidepresivos nuevos) no requieren restricciones alimenticias.
Nunca se deben combinar medicamentos de ningún tipo—recetados, sin receta o prestados—sin consultar al médico. Cualquier otro profesional de la salud que pueda recetarle un medicamento (por ejemplo el dentista u otro especialista) tiene que saber qué medicamentos está tomando el paciente. Aunque algunos medicamentos son inocuos cuando se toman solos, si se toman en combinación con otros pueden ocasionar efectos secundarios peligrosos. Algunas sustancias, como el alcohol y las drogas de adicción, pueden reducir la efectividad de los antidepresivos y por lo tanto se deben evitar. Deben evitarse el vino, la cerveza y las bebidas alcohólicas destiladas, por ejemplo tequila, gin, ron, vodka, güisqui y licores. A algunas personas que están tomando uno de los antidepresivos nuevos, el médico puede permitirles el uso de una cantidad moderada de alcohol, si la persona no ha tenido un problema de alcoholismo.
Los sedantes o medicamentos ansiolíticos, que se dan para la ansiedad, no son antidepresivos. A veces son recetados junto con los antidepresivos, sin embargo, por sí solos no son efectivos para tratar la depresión. Los estimulantes, como las anfetaminas, no son efectivos para tratar la depresión. Ocasionalmente se utilizan bajo estricta supervisión médica en personas que padecen al mismo tiempo de una enfermedad física y de depresión.
Las preguntas sobre los antidepresivos recetados y problemas que puedan estar relacionados con el medicamento, deben tratarse con el médico.
El litio ha sido por muchos años el tratamiento de elección para el trastorno bipolar por su efectividad para prevenir los extremos del estado de ánimo comunes en este trastorno. Su uso debe ser supervisado cuidadosamente por el médico, ya que hay poca diferencia entre las dosis efectivas y las tóxicas. Si una persona tiene un trastorno preexistente de tiroides, renal, cardíaco o epilepsia, el litio puede no ser recomendable. Afortunadamente, otros medicamentos han demostrado ser útiles para controlar cambios de ánimo extremos. Entre estos se encuentran dos anticonvulsivos: la carbamazepina (Tegretol®) y el ácido valproico (Depakine ®). Ambos medicamentos han tenido una aceptación amplia en la práctica clínica. El ácido valproico ha sido aprobado por la (Administración de Drogas y Alimentos de los EE.UU., (FDA) como un tratamiento de primera línea para la manía aguda. Otros anticonvulsivos que se empezaron a utilizar más recientemente son la lamotrigina (Lamictal®) y la gabapentina (Neurontin®). Se está estudiando qué tan eficaces son éstos para el tratamiento del trastorno bipolar.
La mayoría de las personas con trastorno bipolar toman más de un medicamento. Junto con el litio y un anticonvulsivo, el paciente puede necesitar un medicamento para otros síntomas que se asocian frecuentemente con la bipolaridad: agitación, ansiedad, depresión e insomnio. Es de vital importancia encontrar la mejor combinación posible de estos medicamentos para cada paciente. Para esto se requiere que el médico supervise el tratamiento cuidadosamente.

Efectos secundarios
En algunas personas, los antidepresivos pueden causar efectos secundarios que generalmente son leves y temporales (conocidos a veces como efectos adversos). Por lo general son molestos, pero no graves. Sin embargo si se presenta una reacción o efecto secundario que es inusual o que interfiere con el funcionamiento normal, el médico debe ser notificado de inmediato. Estos son los efectos secundarios más comunes de los antidepresivos y las formas de manejarlos:
Boca seca: es útil tomar sorbos de agua, masticar goma de mascar, cepillar los dientes diariamente.
Estreñimiento: la dieta debe incluir cereales con contenido alto de fibra, ciruelas, frutas y vegetales.
Dificultad al orinar: vaciar la vejiga puede ser dificultoso y el chorro de orina puede no ser tan fuerte como de costumbre; debe notificarse al médico si hay dificultad seria o dolor.
Problemas sexuales: el funcionamiento sexual puede alterarse; si se vuelve preocupante, debe conversarse con el médico.
Visión borrosa: esto generalmente pasa pronto y no se requieren lentes.
Mareos: conviene levantarse lentamente de la cama o de la silla.
Somnolencia o modorra diurna: esto generalmente pasa pronto. Una persona que se sienta somnolienta o sedada no debe conducir ni operar máquinas o vehículos. Los antidepresivos más sedantes se toman generalmente al acostarse, para ayudar a dormir y minimizar la somnolencia diurna.
Los antidepresivos más nuevos tienen diferentes tipos de efectos secundarios:
Dolor de cabeza: generalmente se pasa.
Náusea: también es pasajera, incluso cuando la sensación de náusea ocurre después de cada dosis, es solo por un rato.
Nerviosismo e insomnio (dificultad para dormirse o despertar a menudo durante la noche): estos pueden ocurrir durante las primeras semanas; usualmente se resuelven con el tiempo o tomando una dosis más pequeña.
Agitación (sentirse inquieto, tembloroso o nervioso): si esto pasa por primera vez después de tomar el medicamento y es persistente, el médico debe ser notificado.

Terapia naturista
En los últimos años, el uso de hierbas para el tratamiento tanto de la depresión como de la ansiedad ha generado un gran interés. La yerba de San Juan o Corazoncillo (St. John's wort o Hypericum perforatum), que es una hierba muy utilizada en Europa para el tratamiento de la depresión moderada, ha captado recientemente la atención de los estadounidenses. La yerba de San Juan, una planta muy bonita y de crecimiento lento que se cubre de flores amarillas en el verano, ha sido usada durante siglos en muchos remedios naturales y populares. En Alemania, el Hypericum se utiliza actualmente para el tratamiento de la depresión más que cualquier otro antidepresivo. Sin embargo, la eficacia de esta hierba no se ha aclarado por que los estudios científicos que se han llevado a cabo fueron a corto plazo y utilizaron varias dosis diferentes.
Dado al enorme interés en la yerba de San Juan, los Institutos Nacionales de Salud (National Institutes of Health, NIH) están llevando a cabo un estudio de tres años, auspiciados por tres integrantes del NIH: el Instituto Nacional de Salud Mental (National Institute of Mental Health), el Centro Nacional para Medicina Complementaria y Alternativa (National Center for Complementary and Alternative Medicine) y la Oficina de Suplementos Dietéticos (Office of Dietary Supplements). El estudio está diseñado para incluir 336 pacientes con depresión severa, los que son asignados al azar a uno de tres tratamientos de 8 semanas de duración. Una tercera parte de los pacientes recibirá una dosis uniforme de yerba de San Juan, una tercera parte recibirá un inhibidor selectivo de la recaptación de serotonina (ISRS) que se receta frecuentemente para depresión y la tercera parte recibirá un placebo (una píldora que parece exactamente igual al ISRS o a la yerba de San Juan, pero que no tiene ingredientes activos). Los participantes del estudio que tengan una mejoría continuarán el tratamiento por 18 semanas adicionales. Después de completar este estudio de tres años, se analizarán y publicarán los resultados.
La FDA hizo un anuncio oficial para la salud pública el 10 de febrero de 2000. En este se afirma que la yerba de San Juan parece utilizar una de los procesos metabólicos usados por muchos otros medicamentos. Por ejemplo varios de los medicamentos que se recetan para tratar problemas tales como las enfermedades del corazón, la depresión, las convulsiones, ciertos cánceres y para prevenir los rechazos de trasplantes. Por lo tanto, los médicos deben alertar a sus pacientes acerca de estas posibles interacciones farmacológicas. Cualquier suplemento naturista se debe tomar únicamente después de consultar con el médico u otro profesional de salud capacitado.

Psicoterapias
Muchas formas de psicoterapia, incluso algunas terapias a corto plazo (10-20 semanas), pueden ser útiles para los pacientes deprimidos. Las terapias "de conversación" ayudan a los pacientes a analizar sus problemas y a resolverlos, a través de un intercambio verbal con el terapeuta. Algunas veces estas pláticas se combinan con "tareas para hacer en casa" entre una sesión y otra. Los profesionales de la psicoterapia que utilizan una terapia "de comportamiento" procuran ayudar a que el paciente encuentre la forma de obtener más satisfacción a través de sus propias acciones. También guían al paciente para que abandone patrones de conducta que contribuyen a su depresión o que son consecuencia de su depresión.
Estudios de investigación han comprobado que dos psicoterapias a corto plazo son útiles para algunas formas de depresión. Se trata de la terapia interpersonal y de la cognitiva-conductual. Los terapeutas interpersonales se concentran en los problemas en las relaciones con los otros que causan y agravan la depresión. Los terapeutas cognitivo-conductuales ayudan a los pacientes a cambiar los estilos negativos de pensamiento y comportamiento que se asocian con la depresión.
Las terapias dinámicas o "de insight", que se usan en ocasiones para tratar personas deprimidas, apuntan a ayudar al paciente a resolver sus conflictos. Estas terapias a menudo se reservan para casos en que los síntomas depresivos han mejorado bastante. Para obtener mejores resultados, los cuadros depresivos severos (en especial los que son recurrentes) por lo general requieren medicamentos (o ECT bajo condiciones especiales), junto con, o antes de, una psicoterapia.

Cómo pueden los familiares y amigos ayudar a la persona deprimida
Lo más importante que alguien puede hacer por la persona deprimida es ayudarle a que reciba el diagnóstico y tratamiento adecuados. Esto tal vez implique que tenga que aconsejar al paciente para que no deje el tratamiento antes de que los síntomas puedan empezar a aliviarse (varias semanas). Tal vez implique ayudarle a obtener un tratamiento diferente, si no se observa ninguna mejoría con el primer tratamiento. En ocasiones puede requerir que el familiar o amigo haga una cita y acompañe a la persona deprimida al médico. A veces es necesario asegurarse que la persona deprimida esté tomando el medicamento. A la persona deprimida se le debe recordar que obedezca las órdenes médicas con respecto a no beber bebidas alcohólicas mientras está medicado. Otra cosa muy importante es dar apoyo emocional. Esto implica comprensión, paciencia, afecto y estímulo. Busque la forma de conversar con la persona deprimida y escucharla con atención. No minimice los sentimientos que el paciente expresa pero señale la realidad y ofrezca esperanza. No ignore comentarios o alusiones al suicidio. Informe al terapeuta si la persona deprimida hace comentarios sobre la muerte o el suicidio. Invite a la persona deprimida a caminar, pasear, ir al cine y a otras actividades. Persista con delicadeza si su invitación es rechazada. Fomente la participación del paciente en actividades que antes le daban placer, como pasatiempos, deportes, actividades religiosas o culturales, pero no fuerce a la persona deprimida a hacer demasiadas cosas demasiado pronto. La persona deprimida necesita diversión y compañía, pero demasiadas exigencias pueden aumentar su sentimientos de fracaso.
No acuse a la persona deprimida de simular enfermedad o ser perezoso, ni espere que salga de esa situación de un día para el otro. Con tratamiento, la mayoría de las personas mejora. Tenga eso presente y continúe repitiéndole a la persona deprimida que con tiempo y ayuda va a sentirse mejor.

Dónde obtener ayuda
Si no está seguro de dónde obtener ayuda, consulte las páginas amarillas, bajo "salud mental", "salud", "servicios sociales", "prevención del suicidio", "servicios de intervención en momentos de crisis", "líneas de ayuda", "hospitales", "médicos", "psicoterapia", "psiquiatras", o "psicólogos", para encontrar los números telefónicos y las direcciones. En momentos de crisis el médico de la sala de emergencias de un hospital puede proporcionar ayuda temporal para un problema emocional y puede decirle dónde y cómo recibir tratamiento.
A continuación encontrará una lista de las personas y lugares que pueden encauzarle hacia servicios diagnósticos y tratamiento, o proporcionárselos.
Médicos de familia
Especialistas de salud mental, como psicólogos o psiquiatras
Seguros médicos (HMO)
Centros comunitarios de salud mental
Departamentos de psiquiatría de hospitales y clínicas ambulatorias
Programas afiliados a las universidades o facultades de medicina
Clínicas ambulatorias de los hospitales estatales
Servicios de familia, agencias sociales o religiosas
Clínicas e instituciones privadas
Programas de asistencia a los empleados
Sociedades médicas o psiquiátricas locales
Neuróticos Anónimos

National Institute of Mental Health
Information Resources and Inquiries Branch
6001 Executive Boulevard
Room 8184, MSC 9663
Bethesda, MD 20892-9663
Teléfono: 1-301-443-5158
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Folletos sobre la depresión: 1-800-421-4211
TTY: 1-301-443-8431
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Sitio web: http://www.nimh.nih.gov
Correo electrónico: nimhinfo@nih.gov

National Alliance for the Mentally Ill
Colonial Place Three
2107 Wilson Boulevard, Suite 300
Arlington, VA 22201-3042
Teléfono: 1-703-524-7600; 1-800-950-NAMI
Sitio Web: http://www.nami.org
Una organización de apoyo y defensa de consumidores, familias y amigos de las personas con enfermedad mental que cuenta con más de 1,200 afiliados estatales y locales. Los afiliados locales a menudo prestan asistencia para encontrar tratamiento.

Depression & Bipolar Support Alliance
730 N. Franklin, Suite 501
Chicago, IL 60610-7204
1-312-642-0049; 1-800-826-3632
Sitio web: http://www.dbsalliance.org
Su propósito es educar a pacientes, familias y al público en lo que concierne a la naturaleza de la enfermedad depresiva. Mantiene un catálogo extenso de libros útiles.

National Foundation for Depressive Illness, Inc.
P.O. Box 2257
New York, NY 10116
1-212-268-4260; 1-800-239-1265
Sitio web: http://www.depression.org
Una fundación que informa al público sobre la enfermedad depresiva y sus tratamientos y promueve programas de investigación, educación y tratamiento.

National Mental Health Association
2001 N. Beauregard Street, 12th floor
Alexandria, VA 22311
1-703-684-7722; 1-800-969-6642
FAX: 1-703-684-5968
TTY: 1-800-433-5959
Sitio web: http://www.nmha.org
Una asociación que trabaja con 340 afiliados para promover la salud mental por medio de promoción, educación, investigación y servicios.

Asociación Catalana para el Tratamiento de la Ansiedad y Depresión (ACTAD)
Europa 22 2do 3ra Barcelona. España
93-430-1290
Sitio Web: http://www.actad.org
info@actad.org

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Versión original en inglés
National Institute of Mental Health. Depression. Bethesda (MD): National Institute of Mental Health, National Institutes of Health, US Department of Health and Human Services; 2000 [reprinted 2002; cited 2004 January 26]. (NIH Publication Number: NIH 02-3561). 23 pages. Available from: http://www.nimh.nih.gov/publicat/depression.cfm

Traducción al español
National Institute of Mental Health. Depresión. Bethesda (MD): National Institute of Mental Health, National Institutes of Health, US Department of Health and Human Services; 2001 [reprinted 2004; cited 2004 January 26]. (NIH Publication Number: NIH SP 04-3561). 23 pages. Available from: http://www.nimh.nih.gov/publicat/spDep3561.cfm y http://www.nimh.nih.gov/publicat/spDep3561.pdf SP 04-3561
Publicación de NIH número SP 04-3561Impreso en octubre de 2001, reimpreso en 2004http://www.nimh.nih.gov/publicat/spdep3561.cfmAcceso: 26 de noviembre de 2005
Dicho material es de dominio público y avisa lo siguiente:
Este folleto es una nueva versión de la edición de "Hablemos claro sobre la depresión" (Plain Talk About Depression), publicada en 1994 y fue escrito por Margaret Strock, miembro del personal administrativo en la División de Recursos y Peticiones de Información, Oficina de Comunicaciones y Enlace con la Comunidad del Instituto Nacional para la Salud Mental (NIMH). Se recibió ayuda de los siguientes expertos: Raymond DePaulo, MD de la Escuela de Medicina de la Universidad Johns Hopkins; Ellen Frank, MD de la Escuela de Medicina de la Universidad de Pittsburgh; Jerrold F. Rosenbaum, MD del Massachusetts General Hospital; Matthew V. Rudorfer, MD y Clarissa K. Wittenberg, miembros del personal del NIMH. Lisa D. Alberts, del personal administrativo del NIMH, proporcionó asistencia editorial.
Aunque a muchos les asuste estos tipos de enfermedad mental es porque nunca han estado realmente en contacto con enfermos o ellos mismos lo han estado. Los enfermos no están locos y la incomprensión y rechazo de la enfermedad a nivel social es un factor muy dañino para estos. Con suerte hay sitios como foro de depresión en los que pueden contactar con otras personas con conocimiento en el tema. Ayuda mucho y más de uno se engancha a este tipo de terapia.

Enlaces externos
MedlinePlus Enciclopedia 003213
Tratamiento de la depresión. Un estudio histórico
Aspectos generales de la depresíon - Libro sobre depresión: concepto, clasificación, historia, tratamientos, críticas basadas en evidencias.
Trastornos psicológicos - Web sobre trastornos psicológicos, depresión, ansiedad, trastornos de personalidad, etc...
Documental sobre últimas investigaciones sobre la depresión
Luminoterapia y depresión.
Depresion.psicomag.comConsultoría Internacional sobre Depresión para las Comunidades de Habla Hispana
Depresión NIMH Información sobre depresión de NIMH en español
NeuroPsi.com Guía sobre la depresión bajo licencia Creative Commons
La depresión humana - información sobre la depresión mental y sus tratamientos médicos
Información sobre Trastornos del Estado de Ánimo - Información sobre Salud Mental en Córdoba
Depresión- Información sobre Depresión Primaria y Secundaria, Depresión Mayor y Distimia.
DepressioneMF Research University of Milan (IT)
Psicofármacos Antidepresivos- Tricíclicos, Inhibidores Selectivos de la Recaptación de Serotonia y Duales.
Los Psicofármacos- Información general sobre los psicofármacos Antidepresivos y los diferentes trastornos de la Depresión.
Un método matemático permite diagnosticar la depresión 2007

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